Por lo visto no soy la única que la gente le cuanta cosas de su vida sin preguntarles nada. Leyendo un libro de Rodrigo Soto encontré: "A menudo me sucedía que a la primera ocasión, con el menor pretexto, un desconocido me chorreara grandes trozos de su vida. A veces era un calvario; prestaba atención durante algunos minutos pero enseguida me desentendía. La persona seguía hablando y los dos tan solos como al principio. Otras veces me desdoblaba y me comprometía, opinaba y tomaba partido " (Floraciones y Desfloraciones. 1ed EUNED, 2006. p.70)
Cada rato me pasa eso. Estoy sentada en algún lado y de pronto algún desconocido empieza a decir historias o cosas que seguro en el fondo estaba desesperado por contárselo a alguien. Yo depende de lo que sea sigo la conversación o nada más me limito a escuchar. Es cierto, aveces uno tiene ganas de gritarle cosas al mundo, o tan sólo liberar algo que te está comiendo por dentro entonces decidés contarle tus peripecias a un desconocido.
octubre 22, 2006
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